martes, 17 de marzo de 2009

UN PROBLEMA

Sin ánimo de agotar el extenso repertorio de las tribus que pueblan determinadas ciudades, regiones o países (cada uno cuenta con sus propios especímenes), hagamos una rápida revisión de las más descollantes. Los bad boys o brack boys hacen graffiti en las paredes con la ayuda del aerosol, practican el break dance y llevan el pelo rapado en los laterales de la cabeza. Los hardcore-skateboard tienen su música (el hardcore) y practican el monopatín (también se llaman skaters). Los heavies lucen melena, "chupa" (cazadora negra llena de chapas y clavos) y pantalones muy estrechos, y no reivindican nada ("ser heavy es vivir la música", dicen). Los motarás viven para su moto. Los okupas se dedican a invadir pisos y locales desocupados. Los punkies o punks llevan los pelos pintados, peinado muy tieso en forma de cresta y rapados los laterales de la cabeza, beben cerveza (la popular "litrona"), fuman porros y su música es el rock duro; el color rosa es su preferido; se consideran basura, mierda, podridos (enfrentados a los skinheads, considerados "puros" o "niños limpios"); un auténtico punky a los 30 años o lo matan o muere (se tiran al metro: "ritual de morir"). Los rockers siguen el rock y la moda americana (hay varias familias: los teddy-boys, los rockabillies, los psychobülies). Los bakalaeros suelen ir en manada los fines de semana, de discoteca en discoteca, y cuando circulan en coche lo hacen con el aparato de música a todo volumen. Los grunges constituyen un movimiento neohippy con toques ecologistas, visten prendas que les van grandes o demasiado pequeñas, siempre de segunda mano, lucen melena larga y despeinada en ambos sexos, y ellos perilla mal cuidada. Los rappers surgieron en las calles del Bronx de Nueva York hacia los años ochenta, al son de la música de origen africano rap que incita a la violación y a matar (el expresidente Clinton la consideraba "enemigo público por encima de la droga") y enloquece a los adolescentes (practicantes del break-dancing), precisan vestir chándal, sudaderas, gorras con la visera hacia atrás (todo ello con tallas superiores a las necesarias), y el pelo rapado, a veces con complicados dibujos hechos a cuchilla. Todo muy folclórico, variopinto e incluso ofreciendo una "estética" gratuita a las ciudades. El problema surge cuando algunas de estas tribus urbanas se ponen en pie de guerra (obviamente, las que tienen un ideario de violencia) y se radicalizan, poniendo en práctica su eslogan: "Vive rápido, muere joven y harás un bonito cadáver."Estas personas que viven al límite de lo marginal, y las que forman las llamadas tribus urbanas, son, quizás, los seres humanos que mejor recibirían la más elevada enseñanza espiritual si se les ofreciera, pues su inquietud, su eterno descontento, debería impulsarlos a transitar por otro camino bien distinto del que recorren, a andar por el sendero de la Luz. Este camino encauza todo su vigor en el objetivo de ser conscientes y de obrar adecuadamente, de trabajar y rebelarse contra todo lo que no debe ser. Y de que no sea así todos somos responsables.